Juan José Rojas Ramos[1]
Se entiende por mortalidad materna la muerte de una mujer ocurrida por complicaciones que se presentan durante su embarazo, parto o puerperio.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), a nivel mundial, diariamente mueren en promedio 800 mujeres por complicaciones relacionadas con su embarazo o parto; de manera que, la mortalidad materna es la principal causa de muerte entre las mujeres en edad reproductiva.
La OMS ha señalado que el 75% de las muertes maternas son prevenibles; de allí que todos los países deben esforzarse en disminuir sus muertes maternas, pues la mayoría de ellas se asocian con carencias en los servicios de salud, así como en la violación de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres.
En México, año con año se incrementa la mortalidad materna a pesar de las estrategias que se han implementado desde hace varios años para disminuirla. Al respecto, podemos ver en la siguiente tabla el histórico anual 2018 a 2021:
La pandemia por SARS-CoV-2 contribuyó al incremento de muertes en 2020 y 2021, sin embargo, antes de la pandemia no se había logrado una reducción considerable de las muertes maternas.
Tenemos entidades federativas como el Estado de México, Chiapas y Veracruz que concentran la gran mayoría de muertes maternas desde hace más de 5 años, entidades que, lejos de disminuir la razón de mortalidad materna, la han incrementado.
El panorama nacional es complejo debido a que cada Estado requiere una atención focalizada de acuerdo con cada una de sus necesidades, problemáticas y condiciones sociodemográficas para combatir la mortalidad materna.
En este año, a la semana epidemiológica 17, ya llevamos un total de 230 casos de mortalidad materna[3], cifra similar al indicador de mortalidad de la misma semana epidemiológica de 2021; es decir, para 2022, no se va a disminuir la mortalidad materna, a pesar de que durante estos meses la pandemia ha ido a la baja.
La pandemia por COVID vino a agravar el tema, pues antes de 2019 la principal causa de mortalidad materna era la hemorragia obstétrica; actualmente, la principal causa es la COVID.
La problemática se ha agravado de forma dramática. Hoy tenemos en nuestro país una severa crisis de mortalidad materna.
En el marco del día mundial de lucha contra la mortalidad materna y de la salud de la mujer debemos cuestionarnos por qué México no ha logrado disminuir la mortalidad materna a pesar de todas las estrategias y programas de acción.
Considero que las diversas estrategias en materia de salud pública para combatir la mortalidad materna no se han aterrizado, instrumentado y evaluado adecuadamente.
Un punto toral es la escasa atención médica calificada antes, durante y después del embarazo, además de la falta de capacidad de reacción inmediata frente a una emergencia obstétrica, particularmente, en las unidades médicas de los servicios de salud de los Estados.
Se tiene una carencia de insumos, especialmente de aquellos para atender una hemorragia obstétrica, tales como traje antichoque no neumático, balón de bakri, aspirador manual endouterino, entre otros.
Aunado a lo anterior, en todo el país se tiene una carencia en la disponibilidad efectiva de sangre.
Existe desabasto de medicamentos en todas las instituciones del sector salud, tenemos una carencia alarmante de personal médico, y una infraestructura hospitalaria deficiente o inoperante.
Actualmente, acceder a cita médica de segundo nivel implica esperar semanas o meses. Debido a la alta demanda de consultas ginecológicas y de atención prenatal, las citas médicas en el IMSS[4] están programas con una duración de 15 minutos cada una.
Ante estas y otras problemáticas planteadas, debemos tomar acciones urgentes, pues el problema lejos de mejorar se agrava año con año, máxime con la llegada de la pandemia.
El aumento de la mortalidad materna en México es el resultado de una deficiente política pública en salud sin seguimiento ni evaluación constante.
Uno de los rostros concretos, reflejo de la severa crisis por la que atravesamos en materia de salud en nuestro país, son las muertes de mujeres embarazadas que lamentablemente suceden día a día, la gran mayoría de ellas pudieron ser evitadas.
Urge contar con la suficiente cobertura de insumos para hemorragias obstétricas y medicamentos uterotónicos, así como mejorar la planeación y programación de consultas médicas, privilegiando la calidad en la atención de la mujer en periodo de gestación, parto y puerperio.
Finalmente, es labor de todos reconocer, agradecer y motivar a todo el personal médico, de enfermería, de partería profesional, parteras tradicionales, y al personal administrativo que diariamente realizan una labor titánica en la lucha contra la mortalidad materna.
[1] Licenciado en Derecho por la Universidad Pontificia de México y abogado de Grupo López Elías.
[2] Tabla elaborada con datos de la Dirección General de Información en Salud (DGIS).
[3] Información obtenida del Observatorio de Mortalidad Materna, actualizada al 6 de mayo de 2022.
[4] Instituto Mexicano del Seguro Social.
Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan la opinión del Grupo López-Elías.