[2] Noel Jiménez Camarillo
Una de las regiones más afectadas por la pandemia de COVID-19, es América Latina y el Caribe; la pandemia vino a profundizar las carencias con las que ya contaba la región, agudizando la falta al acceso a los servicios de salud, lo que se tradujo en un menor bienestar para las personas. La CEPAL señala que, en 2021, la pobreza extrema en la región afectó a 78 millones de personas (8 millones más que en 2019), y con la estructura económica actual, se necesitaría un crecimiento promedio mínimo de 4% hasta 2030 para erradicar la pobreza.
Sin embargo, la CEPAL señala que, dada la estructura actual de la región, su crecimiento generaría: 1) una mayor demanda de importaciones y endeudamiento de las economías; y 2) un aumento en las emisiones de gases de efecto invernadero. Si bien es cierto que, al inicio de la pandemia, debido a la cuarentena, se produjo un cierre de empresas y una menor demanda de transporte público, lo cual permitió la mejora en la calidad del aire, con una baja en las emisiones de gases de efecto invernadero, estos efectos sólo fueron temporales y se han disipado conforme se retoman las actividades económicas.
Ahora bien, la región ya enfrenta serios problemas ambientales, la CEPAL señala que, los últimos 30 años han sido los más cálidos de la historia de la región, y en los últimos dos años, América del Sur, el Caribe y Centro América han enfrentado fuertes sequías y huracanes. Estos fenómenos tienen repercusiones en el rendimiento de los cultivos y la disponibilidad de recursos hídricos; además, a lo anterior se le debe de sumar el problema de la deforestación.
La CEPAL señala que los recursos destinados a la recuperación económica en la región son bajos, y las inversiones que pueden ayudar a la recuperación de América Latina y el Caribe no se alinean con un estilo de Desarrollo Sostenible[1], las inversiones se dirigen en sectores con alta huella ambiental, como son inversión en exploración y extracción de petróleo y gas. El bajo gasto adicional para mitigar los efectos de la pandemia se dirigió al sistema de salud, al consumo de los hogares y apoyo a las empresas.
América Latina y el Caribe necesitan enfocar su reactivación económica en sectores dinamizadores como: las energías renovables no convencionales; la restauración y mejora de los servicios urbanos (transporte público con energías limpias, y servicios básicos de agua y saneamiento); restauración del medio ambiente; la economía digital; y el turismo sostenible.
Ahora bien, es necesario que este tipo de inversión vaya de la mano con instrumentos de política pública que ayuden a aumentar las rentabilidades en favor de estos sectores, tales como:
- Reducción de la evasión y elusión fiscal.
- Reducción de los subsidios a los combustibles fósiles.
- Establecimiento o ajuste de los impuestos ambientales.
- Emisión de bonos verdes.
- Apoyo a los sectores dinamizadores de baja huella ambiental.
Por último, la CEPAL señala que el esfuerzo de las economías de América Latina y el Caribe podría tener beneficios en términos de empleos netos, mejoramiento del bienestar social, crecimiento del PIB y la reducción de la huella ambiental.
Fuentes de información:
Cómo financiar el desarrollo sostenible: Recuperación de los efectos del COVID-19 en América Latina y el Caribe. Informe especial Covid-19 No.13. CEPAL.
[1] El término de Desarrollo Sostenible busca satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las generaciones del futuro, contando con tres factores claves: sociedad, economía y medio ambiente. Asimismo, es un método pensado a largo plazo y con beneficios progresivos, que se deberán llevar a cabo de manera permanente.
[2] Noel Jiménez Camarillo es Maestro en Economía por la UNAM y Analista Económico en López Elías Finanzas Públicas.
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