La renovación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), si se logra firmar, “tendrá un efecto limitado en el crecimiento económico de largo plazo” por los términos más restrictivos que están negociándose, consignaron especialistas del Instituto de Finanzas Internacionales (IIF), que es la mayor asociación del mundo de entidades del sector financiero.

En un análisis especial, titulado “Evaluando el acuerdo comercial”, consignaron que “la ratificación del TLCAN en 1994 generó un efímero aumento de la inversión, que sugiere que en esta renovación tendrá un efecto menor”.

Consideran que el sector de manufacturas automotriz es el más expuesto en la negociación, pues el rumbo que ha tomado el acuerdo limita la participación de México en la producción.

Se refieren a las nuevas reglas de origen para el sector citado, donde proponen el aumento de 75% del contenido regional y la obligación de que hasta 45% del valor de un auto se produzca por obreros que ganen un salario mínimo de 16 dólares la hora, que es cerca de 300 pesos. Requisitos difíciles de alcanzar en México que dificultan un beneficio, acotan.

Consignan que las implicaciones a mediano plazo de aceptar esta medida para la industria automotriz de México, porque en el país se ha desarrollado un stock de enlaces con Estados Unidos (EU) bajo el TLCAN. “Una erosión gradual de las cadenas de suministro pondrá en desventaja las autopartes del sector mexicano y el sector terminará muy perjudicado”.

Los estrategas del IIF refieren que “los nuevos términos restrictivos respecto del sector automotriz no tendrán efectos inmediatos en el crecimiento de la economía. La afectación al sector se dará en un mediano plazo.

“Sectores relacionados con las autopartes han crecido en ambos países, generando una profunda integración entre sí, generando cadenas de valor”.

Los expertos del instituto dicen que se encuentran mucho menos preocupados por las reglas de origen, pues consideran que no afectarán al productor mexicano promedio.

Proceso legislativo, otro riesgo

El análisis desarrollado por Sergi Lanau, subjefe de Economistas del IIF, y Rodrigo Mariscal, analista senior del mismo instituto, destaca que “muchos miembros del Congreso de Estados Unidos han señalado que no apoyarán un nuevo acuerdo comercial a menos que sea trilateral”.

De ahí la importancia de que Canadá firme el acuerdo y el Ejecutivo de EU integre la solicitud del nuevo TLCAN para entregársela al Congreso de su país antes del 2 de septiembre.

Los estrategas del Instituto argumentan que, según la regulación del país que administra Donald Trump, sólo tienen 90 días para las notificaciones al Congreso sobre un nuevo acuerdo y luego deben correr 60 días más para que el Congreso le dé prioridad y lo apruebe. Sólo entonces podría ser firmado.

“Si la administración actual de México quiere que se firme el acuerdo antes de la toma de posesión de Andrés Manuel López Obrador, el 1 de diciembre, la carta de intención del gobierno de Estados Unidos debe entregarse como límite el 2 de septiembre. Y el texto del Congreso de EU debería estar listo el 2 de octubre”.

De no empatar las fechas, la administración Trump tendrá que tomar uno de dos caminos:

Continuar negociando con los canadienses, bajo el riesgo de que México reabra la negociación con López Obrador al frente de la oficina; o moverse hacia un acuerdo bilateral, que implicaría desarmar el TLCAN, lo que tomará al menos seis meses más. El riesgo es que los legisladores no quieren un acuerdo bilateral.

Manufacturas, en peligro

En el análisis, explican que el acuerdo preliminar bilateral que anunciaron EU y México esta semana presenta términos más restrictivos para el sector automotriz, un segmento que está profundamente integrado en ambos países.

Destacan que desde la firma del TLCAN, las manufacturas han sido el sector que ha crecido más rápido de toda la economía, pero comenzó a estancarse a principios de la década del 2000.

Ciertos sectores relacionados de fabricación de autopartes y componentes electrónicos también comenzaron a cobrar más relevancia en el Producto Interno Bruto nacional.

Fuente: El Economista

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