Por: Jorge Luna Cárdenas[1]

El rompimiento de los acuerdos de Bretton Woods[2] en 1971, puso fin a la paridad oro-dólar, que fue uno de los pilares del sistema monetario internacional de la posguerra. Entre las causas de la ruptura, destacan las magnitudes de la emisión monetaria y el nivel de la deuda en relación con el Producto Interno Bruto, que en conjunto provocaron una enorme desconfianza hacia la economía estadounidense y su capacidad para cumplir con la promesa de convertir 35 dólares por una onza de oro.  

A partir de este suceso, el sistema financiero internacional comenzó a sufrir profundas transformaciones; los tipos de cambio se volvieron flotantes, los precios de las materias primas sufrieron grandes variaciones, y el dólar en búsqueda de su valor real disminuyó su poder adquisitivo como resultado de la inflación que sufrió dicha economía a lo largo de la década.

Durante 1972 y 1973, los precios agrícolas comenzaron a contribuir a las presiones inflacionarias, y en 1973, un incremento en el precio del petróleo como resultado de decisiones de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), empujó aún más los precios, lo cual se vio reflejado en la inflación anual de 11.05% en 1974. Ante estos niveles, la Reserva Federal (FED) elevó los tipos de interés, mismos que alcanzarían un tope de 13.5% en julio de 1974, y con ello la inflación cedió terreno, pero no llegó a los niveles previos.

Para finales de la década, un nuevo shock de petróleo derivado de la revolución iraní y la guerra entre Irán e Irak volvió a presionar los precios, y llevó la inflación al 13.5% en 1980. Ante este nuevo incremento en los precios, la FED, ya bajo la tutela de Paul Volcker, respondió con alzas en las tasas de interés que alcanzaron hasta un 19% en mayo de 1981, y con ello la inflación se contuvo finalmente para finales de 1982.

Después de casi 40 años, la inflación ha vuelto y los precios al consumo en Estados Unidos se dispararon un 7.0% interanual en 2021. Los precios de la energía subieron un 29.3% y los de los alimentos un 6.3%.

Entre las causas de este incremento en los precios, se han mencionado los atascos en las cadenas de suministro derivadas del cierre de empresas proveedoras de insumos debido a la pandemia del SARS-CoV-2 y la crisis energética, no obstante, poco se ha hablado de la caída en la productividad de la economía estadounidense en las últimas décadas, que en conjunto con la estrategia de las grandes empresas de deslocalizar la producción, ha puesto a nuestro país vecino en una situación vulnerable ante las potencias emergentes, principalmente con China.

La respuesta obvia ante esta situación es un ciclo alcista en las tasas de interés por parte de la FED, que de hecho los mercados han venido descontando desde hace unos meses, sin embargo, la subida en los tipos de interés significaría un freno para la ya de por si lenta recuperación económica, por lo que, no sería extraño ver una década con alta inflación, y bajo crecimiento, fenómeno que durante los setenta se le dio el nombre de “estanflación” y que puso en jaque a los economistas de la época.

Por otro lado, si la respuesta de la Reserva Federal se limita a un incremento en los tipos de interés, el resto de los países, sobre todo los emergentes, es muy probable que decidan incrementar sus tipos de interés, para así, mantener un diferencial que evite una salida masiva de capitales, lo cual significa que los prestatarios verán mermada su capacidad de pago.

Por ello mismo, los Gobiernos locales deben poner especial atención no solo en la inflación interna, sino también en la de Estados Unidos, anticiparse a los ciclos alcistas en las tasas de interés que se encuentran a la vuelta de la esquina, y mitigar los riesgos de una subida brusca en los tipos de interés. De no hacerlo, los riesgos son muy altos, basta con regresar al pasado y recordar lo vivido en los años ochenta, década que se ganó el título de “la década perdida de América Latina”.


[1] Jorge Luna es Maestro en Economía por la UNAM y Analista Económico en López Elías Finanzas Públicas.

[2] Los acuerdos de Bretton Woods hacen referencia a las decisiones tomadas en la convención que en julio de 1944 reunió a 44 países con el fin de establecer un nuevo modelo económico mundial de posguerra donde se fijarían las reglas de las relaciones comerciales y financieras entre los países más industrializados. En ella se acordó la creación del Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, y el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT, por sus siglas en inglés), que más tarde se convertiría en la Organización Mundial de Comercio, que junto con el establecimiento del patrón oro-dólar, sirvieron como la base del sistema financiero internacional.

Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente representan la opinión del Grupo López-Elías.

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