Miguel Sánchez Medina[1]
El pasado 25 de enero, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), publicó un comunicado de prensa donde dio a conocer los resultados del Indicador Global de Actividad Económica (IGAE), correspondientes a noviembre de 2021. De acuerdo con el propio INEGI, este indicador permite conocer y dar seguimiento a la evolución del sector real de la economía en el corto plazo, pues incorpora información relativa a las actividades económicas primarias, secundarias y terciarias.
Para noviembre de 2021, el IGAE presentó un crecimiento de 0.3% respecto al mes de octubre de 2021; donde las actividades primarias presentaron un avance mensual de 7.2%, las actividades secundarias una contracción de -0.1% y las actividades terciarias un avance de 0.5%. Por otro lado, el comparativo respecto al mismo mes del año anterior (noviembre de 2020), muestra un crecimiento anual de 0.3% para este indicador; con un avance anual de 6.9% para las actividades primarias, 0.7% para las actividades secundarias y con un crecimiento nulo (0.0%) para las actividades terciarias.
A partir de estos resultados, es posible realizar dos interpretaciones preliminares sobre la evolución de la economía mexicana: 1) el avance mensual del IGAE en noviembre de 2021 con un valor 0.3% y la contracción de -0.1% de las actividades secundarias, podría reflejar un menor ritmo de la economía mexicana en el último trimestre del año pasado; 2) el avance a tasa anual de 0.3%, con un crecimiento de 0.7% para las actividades secundarias y un crecimiento nulo para las actividades terciarias, podrían indicar un menor dinamismo de la economía mexicana durante 2021.
Como se observa en la siguiente gráfica, la evolución mensual del IGAE durante los últimos doce meses, se puede apreciar que la mayor recuperación de este indicador se ubicó durante el segundo semestre de 2020 y durante primer semestre de 2021, mientras que para el segundo semestre de 2021 (sin considerar diciembre) la tendencia de este indicador ha sido decreciente.
En este sentido, los resultados anteriores podrían indicar que la economía mexicana está en una fase de ajuste posterior al rebote observado a finales de 2020 e inicios de 2021. Lo anterior se puede explicar, en cierta medida, por efectos económicos externos y rebrotes de contagios de la nueva variante de Covid-19 Ómicron en México, lo que sin duda significó un factor restrictivo para la economía. Asimismo, los movimientos al alza en las tasas de interés y las presiones inflacionarias se han constituido como elementos desafiantes para la economía mexicana.
Bajo este entorno, es fundamental que tanto el Gobierno Federal como los gobiernos locales, asuman el compromiso de retomar la senda del crecimiento económico como uno de los objetivos principales en materia de política pública, no solo para 2022, sino para los próximos años y recuperar los niveles de empleo e ingresos en términos reales, y así lograr recobrar y superar los niveles de bienestar de la población respecto a los observados previo a la pandemia.
Sin duda alguna, el horizonte económico para 2022 está conformado por múltiples retos en la materia; sin embargo, el Gobierno Federal y los gobiernos locales cuentan con dos herramientas (entre otras) de política económica que pueden reactivar el crecimiento económico. La primera, es la inversión pública, sobre todo aquella enfocada en obras de infraestructura estratégica que incrementen la competitividad del país. La segunda, es el robustecimiento del Estado de Derecho y en consecuencia el fortalecimiento de la confianza y certidumbre para la iniciativa privada; considerando su contribución a la inversión y generación de empleos en el país.
[1] Miguel Sánchez Medina es licenciado en Economía por el ITAM y Analista Económico en López Elías Finanzas Públicas.
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