Dr. Benjamín Gutiérrez Zapién[1]
¿Qué son los cuidados?
No hay una definición única del cuidado, de acuerdo con Rodríguez (2005), el cuidado se entiende como el espacio social de bienes, servicios, actividades, relaciones y valores fundamentales para la reproducción cotidiana de las personas. Otros autores como Carrasco (2011), Durán (2017) y la Secretaría de las Mujeres de la Ciudad de México[2] (2014) señalan que puede entenderse como la gestión del bienestar propio y ajeno que se refleja en las prácticas cotidianas y en la complejidad de arreglos que permiten cubrir la satisfacción de las necesidades y condiciones materiales, energéticas, espirituales, culturales y económicas para la sostenibilidad de la vida.
El cuidado se entiende como la provisión de todo lo necesario para la salud, el mantenimiento, protección y bienestar de las personas. Incluye aquellas actividades y servicios con participación pública, privada y social, remuneradas o no, contempladas en la base de la organización económica y que tienen como principal misión de atender las necesidades de existencia y participación de las personas en el sistema económico, y que coadyuve a mejorar la calidad de vida, el bienestar y desarrollo de capacidades con la finalidad de preservar el capital humano (GIECAE, 2020).
El cuidado se caracteriza por trascender fronteras, nace en el seno de las familias y alcanza las esferas públicas. Por ello participan actores de diversas escalas: el Estado, el mercado, las organizaciones de voluntariado, los amigos y la familia, quienes en sus interacciones socializan para cubrir las necesidades (Vergara et al., 2021).
El cuidado es una necesidad universal y facilita la inserción en el mercado laboral de las personas (ONU Mujeres, 2016), simultáneamente, es base de la economía. Si se valoraran las horas de trabajo no remunerado dedicadas a actividades de cuidado con base en el salario mínimo por hora, generarían un valor alrededor del 9% del PIB mundial. Para la economía mexicana, representa cerca del 25% del PIB, 20% en Colombia y 15% en España. Además, en el 2018 cerca de 2 mil millones de personas en el mundo realizaron labores de cuidado no remunerado (OIT, 2018).
Dentro del paradigma vigente para enfrentar la pobreza y la desigualdad, el cuidado se puede entender como principio rector de la igualdad de oportunidades necesario para el desarrollo humano (Rodríguez, 2005). En particular, se vincula con los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS)[3], que dentro del plan de acción establecido se pretende promover la igualdad entre los sexos y la autonomía de la mujer mediante el seguimiento a indicadores de elementos fundamentales de la participación social, económica y política de la mujer. De acuerdo con la Agenda 2030, la autonomía de la mujer, y en particular su acceso a la información sobre la salud y el control de recursos económicos como el dinero, son factores significativos para lograr la igualdad en otros ámbitos como el político y mejorar las condiciones de salud.
Implicaciones económicas y sociales
El cuidado tiene dos dimensiones básicas: 1) la ética y moral, de consciencia humana y conexión con la permanencia de la vida y el bienestar cualitativo con beneficios a toda la sociedad; y 2) la económica y funcional, relacionada con la mano de obra calificada y de buena calidad ya que el cuidado dota de capacidades al ser humano para funcionar en el sistema económico (Valderrama et al., 2021).
Implicaciones económicas
Desde el enfoque económico, el cuidado se vincula directamente con la economía del desarrollo y creación de mercados, centrándose en la planeación de políticas públicas, puesto que trata un problema de interés público transversal a otros temas socioeconómicos como trabajo, pobreza, desigualdad, inclusión social, cohesión social, bienestar, salud, educación, etc. (Valderrama et al., 2021). Además, desde la perspectiva económica es un bien público y los servicios asociados al cuidado, de provisión privada o pública, son fundamentales para fomentar el bienestar de la población. (Vergara et al., 2021). En consecuencia, la desigualdad económica genera importantes efectos en el gasto de consumo de servicios de cuidado entre los distintos estratos de la población.
Implicaciones sociales
El cuidado contribuye directamente a la calidad de vida cotidiana de las personas. Esto implica que el cuidado es una actividad de valor tanto para los individuos como para sus familias, puesto que permite el bienestar personal, familiar y social. No obstante, este derecho no se reconoce explícitamente en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (CPEUM, 2021), si bien existen avances legislativos en la materia que apuntan hacia el cuidado como derecho. En cualquier caso, en paralelo a las desigualdades sociales y económicas del país, esta situación tiende a obstaculizar el acceso de las personas a este tipo de servicios.
Por último, desde una visión más amplia, la economía del cuidado se entiende como el espacio social donde coinciden actividades, bienes, servicios, y relaciones, a partir de valores e interés y motivaciones individuales y grupales, que son necesarios para la reproducción cotidiana de las personas (Rodríguez, 2005).
El concepto de economía del cuidado, sin embargo, data de los años setenta y nace dentro de la corriente de la economía feminista[4]; la cual lo define como el estudio de todas las actividades, bienes y servicios necesarios para la reproducción cotidiana de las personas, particularmente de las especificidades del trabajo de las mujeres, tanto en la esfera reproductiva como en la productiva (Rodríguez Enríquez, 2015, 31). Es decir, la economía de cuidado incluye tanto el trabajo de las mujeres, tanto en el ámbito del intercambio mercantil como en el del hogar, vinculado con la atención, cuidado y reproducción de sus miembros, así como con el desarrollo económico de los países y el bienestar de sus poblaciones. Desde esta perspectiva, se considera que el cuidado es la piedra angular de la economía y de la sociedad (CNDH, 2019, 5).
[1] Benjamín Gutiérrez Zapién es Licenciado en Economía con especialidad en Finanzas, Maestro en Ciencias Económicas con especialidad en Economía Financiera y Doctor en Ciencias Económicas, todos éstos por el Instituto Politécnico Nacional; y director de Finanzas y Análisis Económico en López Elías Finanzas Públicas.
[2] El documento citado fue elaborado por el Instituto de las Mujeres del Distrito Federal; institución que fue disuelta y liquidada con la entrada en vigor de la Ley Orgánica del Poder Ejecutivo y de la Administración Pública de la Ciudad de México, publicada en la Gaceta Oficial de la Ciudad de México el 13 de diciembre de 2018. Las funciones del Instituto fueron transferidas a la actual Secretaría de las Mujeres de la Ciudad de México.
[3]La Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó en septiembre de 2015 la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, un plan de acción a favor de las personas, el planeta y la prosperidad, que también tiene la intención de fortalecer la paz universal y el acceso a la justicia. Los Estados miembros de las Naciones Unidas aprobaron una resolución en la que reconocen que el mayor desafío del mundo actual es la erradicación de la pobreza y afirman que sin lograrla no puede haber desarrollo sostenible.
[4] La economía feminista es una corriente de pensamiento que pone énfasis en la necesidad de incorporar las relaciones de género como una variable relevante en la explicación del funcionamiento de la economía, y de la diferente posición de los hombres y las mujeres como agentes económicos y sujetos de las políticas económicas.
Referencias
Carrasco, C. (2011). La economía del cuidado: planteamiento actual y desafíos pendientes. Revista de Economía Crítica.
Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) (2020). CEPAL y ONU.
Comisión Nacional de los Derechos Humanos-CNDH (2019), “Economía del Cuidado”, Curso Autonomía y Derechos Humanos de las Mujeres.
Consejo Nacional de Población (CONAPO) (2021). Índices de Marginación 2020 por municipio.
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (CPEUM) (Última reforma 28/05/ 2021).
CONEVAL (2020a). Pobreza a nivel municipio 2010-2020. Medición de la pobreza.
CONEVAL (2020b). Índice de rezago social 2020. Medición de la pobreza. Índice de Rezago Social entidades federativas y municipios.
DENUE (2021). Directorio Estadístico Nacional de Unidades Económicas. INEGI.
Durán, M. (2017). Ciudades que cuidan. En M. Nieves Rico y O. Segovia. (Eds.), ¿Quién cuida en la ciudad?. CEPAL.
Grupo de Investigación en Economía del Cuidado y Autonomía Económica (GIECAE) (2020). Economía del cuidado.
INEGI (2019). Censos Económicos 2019.
INEGI (2020). Censo de Población y Vivienda 2020.
Instituto de las Mujeres del Distrito Federal (IMDF) (2014). Hacia un modelo integral de políticas de cuidado en el Distrito Federal.
OIT. (2018). El Trabajo de cuidados y los trabajadores del cuidado para un futuro con trabajo decente. Ginebra: Organización Internacional del Trabajo.
OIT (2019). El trabajo de cuidados y los trabajadores del cuidado para un futuro con trabajo decente.
ONU Mujeres (2016). Why we care about care? A collection of essays in english on care economy.
ONU Mujeres. (2016). Acerca de ONU Mujeres. Nueva York.
ONU Mujeres-CEPAL-COVID-19 Respuesta (2020). Cuidados en América Latina y el Caribe en tiempos de Covid-19.
Rodríguez, C. (2005). Economía del cuidado y política económica. Santiago: Comisión Económica para América Latina y el Caribe.
Rodríguez, H. (2018). Determinantes de la distribución del trabajo no remunerado y del trabajo remunerado. Mapeo comparado de la política pública en México y algunos países latinoamericanos.
SIGED (2020). Sistema de Información y Gestión Educativa, Escuelas de nivel básico.
Valderrama, A., Chiatchoua, C. y Neme, O. (2021). El cuidado en la agenda internacional. La Agenda Internacional 2050.
Vergara, A., Briseño, J. y Neme, O. (2021). Objetivos de desarrollo sostenible, políticas públicas y cuidado en México.
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