En el sexenio de Enrique Peña Nieto, la región Bajío se convirtió en el motor de la industria manufacturera, el principal sector de la economía mexicana al aportar 16.1% del Producto Interno Bruto nacional.

De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, en el periodo 2013-2018 el crecimiento manufacturero del país fue 17.9%, en términos reales, frente a la variación de 16.5% que se registró entre el 2007 y el 2012, lapso del gobierno encabezado por Felipe Calderón Hinojosa.

La tasa de 17.9% fue resultado del aumento de 47.2% que presentó el Bajío, región que obtuvo el mayor dinamismo; le siguieron occidente (25.3%), frontera norte (21.5%), centro-norte (15.3%) y centro (9.8 por ciento).

Sólo la zona sur-sureste mostró una disminución en el valor de producción de la industria manufacturera, de 17.3%, provocada por los descensos en Tabasco (0.8%), Guerrero (11.8%), Veracruz (16.0%) y Oaxaca (42.0 por ciento).

Por participación, durante el año pasado, el valor de producción manufacturera en México ascendió a 7.3 billones de pesos, monto del cual, 32.0% se concentró en la frontera norte; el podio lo completaron centro (28.2%) y Bajío (21.5 por ciento).

En relación con el 2013, las posiciones no cambiaron, pero sí el porcentaje de aportación: frontera norte exhibió un coeficiente de 31.0%; centro, de 30.3%, y Bajío, de 17.2 por ciento. Es decir, al considerar todas las regiones del país, el mayor aumento de participación se dio en el Bajío (4.3 puntos porcentuales), mientras la reducción más pronunciada, en el sur-sureste (3.6 puntos).

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Con las cifras anteriores se interpreta que en la administración federal anterior el Bajío se consolidó en materia económica, particularmente por el fortalecimiento del sector automotriz, y el sur-sureste se descuidó, ampliando más la brecha regional.

Sin embargo, este comportamiento se debió, principalmente por las políticas locales. En el Bajío, Aguascalientes, Querétaro, Guanajuato y San Luis Potosí realizaron alianzas comerciales y apostaron por una estrategia a largo plazo, la cual consistió en inversiones nacionales y extranjeras en sectores industriales, destacando el automotriz y el equipo electrónico.

De hecho, esta sinergia continúa. A finales de noviembre pasado los gobernadores de estas entidades formalizaron un acuerdo de coordinación y colaboración regional (San Miguel), con el objetivo de impulsar al Bajío como una plataforma de alto nivel en desarrollo económico y social.

Una de las aristas de este acuerdo es la planeación de largo plazo, donde se manejarán temas de seguridad, turismo, infraestructura, movilidad, inversiones, desarrollo social, productividad, logística, exportación y empleo.

Variaciones

A partir del 2010, los cuatro estados con mayor valor de producción manufacturera en el país son: Estado de México, Nuevo León, Coahuila y Guanajuato; el quinto lugar ha variado, por ejemplo, en el 2013 fue para Veracruz y en el 2018, para Jalisco.

Destaca que en el top 10 del año pasado, en comparación con el primer año de Enrique Peña Nieto, se agregaron San Luis Potosí y Querétaro, desplazando a Sonora y Tamaulipas.

En este sentido, entre el 2013 y el 2018, los mayores crecimientos reales en el valor de la industria manufacturera se dieron en Baja California Sur (269.1%), San Luis Potosí (73.7%), Aguascalientes (70.4%), Baja California (64.1%) y Michoacán (47.5%); mientras los descensos más pronunciados, de un total de nueve, se mostraron en Oaxaca (42.0%), Tamaulipas (25.9%) e Hidalgo (16.3 por ciento).

Subsector

El dinamismo del Bajío fue producto de su subsector con más presencia en su industria manufacturera: equipo de transporte (principalmente automotriz).

En Aguascalientes, el subsector con mayor peso en el total manufacturero fue fabricación de equipo de transporte (aportación de 82.4%), el cual incrementó, en el lapso de estudio, 88.4% real. El resultado fue semejante para San Luis Potosí (participación de 49.7% y crecimiento de 181.1%), Guanajuato (47.6 y 119.7%), Querétaro (26.1 y 20.6 por ciento).

Industria automotriz, el pilar fabril

Durante la administración federal pasada, liderada por Enrique Peña Nieto, se detonó la industria manufacturera.

De acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, entre el 2013 y el 2018 el aumento manufacturero de todo el territorio mexicano fue de 17.9%, en términos reales.

La importancia de este dato radica en que el sector manufacturero de México es el más importante de la economía mexicana, con una participación de 16.1% del total.

Al desglosar el valor manufacturero se observa que lo productos elaborados —clase económica— con mayor peso en la producción total durante el año pasado, a nivel nacional, fueron fabricación de automóviles y camionetas (16.2% de aportación), refinación de petróleo (4.1%), fabricación de camiones y tractocamiones (4.0%), fabricación de otras autopartes (3.1%) y fabricación de motores de gasolina y sus partes para vehículos (3.0 por ciento).

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Les siguieron elaboración de refrescos y otras bebidas no alcohólicas (2.8%), https://lopezelias.com/2019/01/02/balanza-comercial-automotriz-2019/fabricación de otros productos de hierro y acero, fabricación de petroquímicos básicos del gas natural y del petróleo refinado y elaboración de cerveza (cada uno con una contribución de 2.3 por ciento).

Asimismo, al considerar sólo los 20 productos de mayor valor, el crecimiento de 17.9% de la producción manufacturera en el periodo 2013-2018 se debió, particularmente, a los ascensos reales en fabricación de partes de sistemas de transmisión para vehículos (101.7%), elaboración de cerveza (73.5%), fabricación de automóviles y camionetas (68.1%), fabricación de motores de gasolina y sus partes para vehículos (64.8%) y fabricación de aparatos de línea blanca (51.4 por ciento).

Mientras en este análisis de 20 productos, las únicas caídas se presentaron en elaboración de tortillas de maíz y molienda de nixtamal (14.5%), fabricación de preparaciones farmacéuticas (19.2%), fabricación de petroquímicos básicos del gas natural y del petróleo refinado (22.5%) y refinación de petróleo (55.6 por ciento).

Fuente: El Economista

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