Las finanzas públicas enfrentan presiones que ponen en riesgo uno de los mayores compromisos de este gobierno, dice Jaime Reusche, de Moody’s.
Uno de los mayores aciertos del gobierno federal, reconocido incluso por sus detractores, es el compromiso de mantener un equilibrio fiscal.
Desde la presentación del paquete económico para 2019 lo dejó claro con la propuesta de un presupuesto austero, una reorganización del gasto público, la meta de superávit primario de 1% del PIB y de no aumentar la deuda pública.
“Mantener un equilibrio fiscal es importante no solo para la calificación de riesgo sino para todos los balances macroeconómicos, por eso, ese es un gran acierto”, dijo Jaime Reusche, analista de riesgo soberano de la calificadora Moody’s.
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Sin embargo, su mayor virtud podría convertirse en su principal debilidad, ya que junto al compromiso con la responsabilidad fiscal aumentan las presiones sobre las finanzas públicas. La orientación de las políticas de este gobierno hacia un mayor gasto en inversión pública y la necesidad de apoyar a Petróleos Mexicanos (Pemex), pueden afectar el desempeño de las cuentas fiscales.
“El gobierno tiene el dilema de mantener la responsabilidad fiscal como el ancla más importante de las políticas públicas, y estas dos presiones: la agenda de desarrollo del gobierno y la necesidad de apoyar a Pemex”, advirtió.
La petrolera además de tener una caída en sus ingresos y una abultada deuda, presenta un declive en su producción. Su situación causó que S&P cambiara a negativa la perspectiva de su calificación crediticia y que Fitch Ratings la bajara en febrero.
Fuente: Expansión