Con el arranque este lunes del programa piloto del sistema de Cobro Digital (CoDi), México busca avanzar hacia el modelo de economía sin efectivo, en la que se reduzcan las operaciones con efectivo —que actualmente representan 90% del total de las transacciones en el país—, en favor del uso de plataformas digitales para realizar las transacciones mediante pagos electrónicos.

El CoDi opera a través del Sistema de Pagos Electrónicos Interbancarios (SPEI), y permite realizar en segundos pagos electrónicos a través de internet o la banca móvil por medio de códigos QR y NFC, lo que permitirá que tanto comercios como usuarios puedan realizar transacciones sin dinero en efectivo.

Con esta medida, México se une a la tendencia global de reducir el uso de efectivo en la economía. Países con economías desarrolladas, entre los que se cuentan a Canadá, Suecia, Reino Unido, Francia, Estados Unidos y Australia van a la delantera en la implementación del sistema. En países con economías emergentes, destacan los casos de Rusia y la India. En el caso de la India, el gobierno del primer ministro Narendra Modi dispuso en noviembre de 2016 sacar de circulación los billetes de 500 rupias y 1,000 rupias para avanzar al modelo de economía sin efectivo y combatir el dinero negro. El resultado fue calificado por analistas como un fracaso, pues a meses de la implementación de la medida, se perdieron alrededor de 1.5 millones de empleos, los negocios en industrias con uso intensivo de efectivo se paralizaron y el crecimiento económico del país se vio afectado.

Te puede interesar: Apuestan por mayor inclusión financiera 

En el marco de la clausura de la 82 Convención Bancaria, el presidente Andrés Manuel López Obrador dijo que entre las ventajas de transitar al sistema sin efectivo o cashless están el combatir la corrupción, el lavado de dinero y atraer a más personas a la economía formal, en la medida que se cuente con registros de toda transacción realizada en los sistemas de pagos electrónicos del país.

Pero las políticas para reducir el uso de efectivo como forma de reducir delitos financieros no cuentan con el entusiasmo de todo el mundo. Yves Mersch, miembro de la junta ejecutiva del Banco Central Europeo y presidente del banco central de Luxemburgo, ha criticado este argumento en favor de la reducción del efectivo. Mersch dijo en discurso presentado en el Bundesbank en febrero de 2018 que el desplazar el uso de efectivo con un sistema de pagos electrónicos como forma de combate al crimen vulnera la privacidad de todos los ciudadanos, al someterlos a un estado de vigilancia.

“No se puede establecer un vínculo particular estadísticamente entre el efectivo y las actividades delictivas. El foco debe estar en la lucha contra el crimen. El efectivo no debe ser el chivo expiatorio”, dijo el banquero central luxemburgués.

A las críticas de Mesch se suman las de quienes señalan que el aumento de las capacidades de vigilancia del Estado gracias a un sistema de pagos cashless generalizado afectaría negativamente a los ciudadanos. Christian Engström, vicepresidente del Partido Pirata sueco, en entrevista con The Guardian, problematizó esta cuestión con un ejemplo. La ley en Irlanda determina como ilegal el aborto. Para las autoridades irlandesas, dijo Engström, sería más fácil identificar a las mujeres que han tenido un aborto si el Estado puede rastrear todas las transacciones financieras digitales.

Y los riesgos que implica la economía cashless no se reducen al orden de los derechos civiles y políticos.

Suecia adoptó el uso de billetes en 1661, y fue la primera nación europea en hacerlo. En 2012, los seis bancos más grandes del sistema sueco lanzaron la plataforma de pago móvil Swish hacer que los pagos electrónicos fueran más fáciles para sus cliente. Esta aplicación fue parte de las políticas del gobierno sueco en conjunto con los actores financieros para conducir al país hacia el modelo cashless.

Con proyecciones del Riksbank —el banco central sueco— de que Suecia ya no cuente con dinero en efectivo en los próximos dos o tres años, la implementación del país escandinavo de políticas encaminadas a reducir el uso de efectivo bien puede contar como un caso de éxito. Pero no todo es entusiasmo. El mismo Riksbank ha tomado medidas para garantizar que el efectivo no desaparezca como medio de pago en el sistema financiero, en una medida que va contracorriente de la tendencia global a avanzar hacia la economía cashles. Pero hay motivos importantes.

El pasado diciembre, en el marco de una conferencia bancaria realizada en Londres, la vicegobernadora del banco central Suecia, Cecilia Skingsley, advirtió que en un escenario donde las empresas tecnológicas dominen los mercados de pagos globales, éstos podrían asumir tareas que corresponden al Estado por medio de los bancos centrales, como son el regular y controlar el dinero. «Si no hacemos nada, estamos mirando a un futuro donde el dinero se privatizará espontáneamente», dijo Skingsley, añadiendo que los reguladores del sector y los bancos centrales deben poner límites claros.

Te puede interesar: El sector privado y el combate a la corrupción

El presidente de la CNBV, Adalberto Palma, en declaraciones hechas a medios el 29 de marzo, dijo que empresas tecnológicas como Amazon, Facebook y Google se acercaron al órgano regulador que dirige para buscar autorizaciones en materia de sistemas de pago bajo la Ley Fintech. “El tema de innovación regulatoria es nuestra responsabilidad, debemos estar atentos para no ser el freno, pero tampoco ser irresponsables de hacer cosas sin entenderlas”, dijo Palma.

Entre los riesgos que conlleva un sistema que prescinda en absoluto del efectivo se cuentan también los del ámbito de la seguridad nacional. Por un lado, un sistema de pagos totalmente digital es vulnerable a ciberataques. Esto quedó claro en el caso de los ataque al SPEI registrados en 2018. Con las tasas de ataques cibernéticos en incremento constante, la pregunta no es si un sistema se verá vulnerado, sino cuándo ocurrirá.

Los suecos también contemplan los riegos en el escenario de una guerra. Con una historia de larga data de conflictos bélicos con Rusia, y con maniobras militares realizadas recientemente por las fuerzas de Vladimir Putin simulando una invasión a territorio sueco, el país escandinavo analiza los escenarios posibles de entrar en un conflicto armado. Entre las vulnerabilidades encontradas, está su sistema de pagos electrónicos. Putin, dicen los analistas, podría “apagar” el sistema, afectando la economía sueca de forma severa.

“Prefiero la locura del entusiasmo a la indiferencia de la sabiduría”, dijo el escritor francés y premio Nobel de Literatura Anatole France, en elogio a la pasión. Pero es necesario advertir contra el entusiasmo irreflexivo con base en las experiencias de los países que han transitado ya hacia la economía sin efectivo, y que sobre la marcha han detectado los problemas que surgen en su instrumentación.

Fuente: El Economista 

© 2018 by LEFP

logo-footer

            

error: Content is protected !!